jueves, 20 de diciembre de 2012

EL MAGO DE LA PALABRA






Bueno, bueno, esta historia que les voy a contar, no es una bagatela que debas olvidar, o que la consideres un asunto de leyenda o mito, es una cuestión para que uno abra bien los ojos para darse cuenta que es cierto, y si no me creen, cuando menos lo esperen, serán víctimas del mago de la palabra, si bien que yo lo sé, pues mas de una vez quedé presa de una fiesta de letras que bueno, "pa#180;qué les cuento mas".

Pues resulta que en eras pasadas, había unos ancianos que si bien no contribuían a su comunidad cargando grandes troncos de madera para las chimeneas, o cazaban enormes bestias para el alimento, lo hacían con un asunto mucho mas esencial.
Utilizaban un arma poderosa llamada palabra, y la usaban con tal destreza que aun puedo mirarlos nítidamente a cada anciano, sentado en una hamaca, o quizá en alguna banqueta, - a ellos ya no les importa ensuciarse, es parte de su fantástica virtud que los hace tan sabios y poderosos- y comenzaban a hablar así:

"Cuando joven, trabajaba en una mina de San Luis Potosí, allá por el norte fue donde nací y ahí mismo fue donde aprendí sobre aquellos espíritus de la buena suerte, que siempre te acompañan si devuelves lo extraviado"

Y uno sin saber, caía presa del mago de la palabra y entonces los niños crecíamos devolviendo cosas extraviadas:
"¿Quién sabe si sea cierto, pero por si las "moscas.." Decíamos de niños.

Tanto aprendimos de su palabra que la maldad se quedó sola convirtiéndose en persona oscura, cuyo camino serpenteaba entre las aldeas, y cuando pasaba fuera de las cabañas intentando contagiar de negro la lengua de los habitantes, los ancianos lo remendaban siempre con su dulce palabra.

Fue entonces que la maldad los secuestró llevándoselos en un manto de silencio, dejándonos a todos a merced de su amargura.

Pero no se abrumen catarinas y escarabajos que aunque ya no he vuelto a ver mi abuelo, él me enseño a buscarlo en sueños, o al despertar cuando el alba dibuja todo el jardín o en los crepúsculos cuando las sombras de los árboles se van haciendo chiquitas, -en realidad no importa a qué hora- lo llamo para que me susurre cuentos de miel, cuentos de catarinas o cuentos de cosquillas, para que la persona oscura que llama a mi casa de vez en cuando, se convierta también en mago de la palabra.

Por eso, usa bien las palabras, no digas por decir, esto que te digo, es un arma poderosa, no lo uses para lastimar y sobre todo, cuenta con ella para calmar a los corazones descobijados.
FIN

Dedicado a mi abuelo que sigue contándome historias aun cuando ya no comparta con él la cena de cada domingo.


fotografias sacadas de: https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizrf9uOPbc-2coJuQvH7L3mSZpr9UfKyeaHlUw9pIoopGJtrmpB6e2FswDfIPglxC4fv8UnjSNqhroSg2SFgJsJaPjJdp9SlAYAhSTo9p-7XKeSoDDT9-oGItu5_7DIOZQT1atr5rUcSL1/s1600/El+viejito+de+Bellas+Artes.JPG

viernes, 7 de diciembre de 2012

EL AMIGO SUICIDA



           Ilustracion de: Jose Abel Gonzalez Pacheco Flores

Iba enfilada junto con otros autos en la hora en que todos salimos de nuestros trabajos.
Como muchos, a veces decido entretenerme escuchando música, otras veces sólo pensando en paparruchas, y otras veces - confieso que son pocas- observo a los rascacielos, ¿quién sabe? Quizá ahí arriba haya algo más interesante que ver a los compañeros automovilistas hurgándose la nariz o cantando como si estuvieran bajo su bañera.

Y una vez descubrí como unos abejorros ingenieros tomando medidas en una pista de aterrizaje para helicópteros, y con envidia notaba cómo se asomaban desde la cornisa midiendo y sumando, y eso si, muy concentrados sin pensar en aquellas tremendas alturas.

Y me gustaba convertirme en un puntito que ellos miran desde el cielo, una marca minúscula que se va moviendo lentamente en compañía de otros

Así pues, fue como conocí a mi amigo suicida, ya que en una tarde de viernes, cuando los autos están más lentos que nunca, pude observar que en el techo de un alto edificio, había una palapa veraniega y sobre ella se presumía un insecto con tenis rojos que se movía de un lado a otro.
Parecía preocupado o desesperado, no se puede saber mucho de tan solo ver como camina un insecto en la orilla de un alto edificio, pero por mi vasta experiencia de observadora de emociones puedo decir, que estaba considerando acabar con su vida.

                       
Y yo, una diminuta catarina, con toda esa impotencia que te da estar en la flemática circulación, sin saber qué hacer, no me quedó mas remedio que agitar mi mano fuera del auto.
"¡Ea! señor insecto de tenis rojos" No brinque ud. de tan alto, que nuestras alas no están hechas para planear desde tan grandes alturas" Le dije "sensatamente"

Pero obvio, aquel insecto no tenia cabeza para mirarme, se veía muy concentrado siguiendo sus propios pasos, moviendo sus manos de un lado a otro, tocándose constantemente la cabeza, una que otra vez se tocaba la cara como si se secara las lágrimas y no quise pensar lo que le provocó llegar hasta ahí.

"¡Ea señor insecto de tenis rojos! Aquí abajo, aquiiii no esta solo ud!" Le grite con mas ahínco mientras los otros automovilistas me veían como una catarina que había perdido la razón (que por cierto, aquel día, quién sabe donde demonios la había dejado, debo confesarlo)

Con tanta fuerza expresé mis ánimos que logré que aquel insecto suicida mirara hacia donde yo estaba, y por fin nos encontramos las caras.
Yo no dejaba de agitar mi mano y sonreírle como si fuésemos viejos amigos, por un instante se quedo inmóvil mientras yo seguía gritándole que no estaba solo.

Al entender mi mensaje el amigo suicida se sentó a llorar, eso si se vio clarísimo, y quise volar hasta donde sus alas vibraban de tanto sollozo para poder acompañarlo, pero como todo lo que empieza termina, inicio la fluidez del el trafico y me alejé de aquel lugar sin perder de vista a mi amigo suicida.
"Adiós amigo suicida! No se vaya a ud. a caer! Yo vendré todos los días a saludarlo"

Le dije mientras ponía mi mano sobre mi frente en forma de visera para contemplar bien clara la sonrisa que le había logrado arrancar.

Al siguiente día, lo busqué nuevamente, y con sorpresa lo encontré muy erguido y con unos binoculares colgados en su cuello, agitando también su mano. Así fue como el amigo suicida me robo una sonrisa en medio del tráfico. Y cada día que pasa, nos buscamos a lo lejos, sólo agitando las manos para saber que uno no esta solo en este mundo bestial.

Así que, si un día tienes un problemas, no dudes en agitar tu mano hacia el cielo, allá arriba siempre habrá alguien que te devolverá el saludo.

jueves, 25 de octubre de 2012

SEÑORA LLUVIA


ILUSTRACIÓN DE JOSE RAUL SANCHEZ CEBALLOS

Cuenta una leyenda, que antes de que existiera la lluvia,  el sol se ponía insolente y  acaloradas las mujeres, solían bañarse  en el río con todo y ropa para refrescarse más tiempo.

Y ahí las tenemos, toditas ellas entrando  al fresco lago que seduciéndolas con lengüetazos primero en las rodillas y luego mas arriba hasta el cuello.

Tanto amaban al río, que una de ellas se zambulló por completo, olvidándose de su niño en la cuna, y cuando éste comenzó a llorar, ella acudió corriendo sin importarle que su ropa dejase un camino de gotas saltarinas.

La mujer se asomó a la cuna salpicando la cara de su niño, refrescándolo como ningún abanico pudiera hacerlo - de ahí que nació la señora brisa, que apenas y nos acaricia por el asomo de unas  gotitas frescas-.

Fue entonces que a partir de la señora brisa, todas las mujeres corrieron a exprimirle sus  faldas  a los niños acalorados, desde los que esperan en la cuna hasta los grandecitos que de mal humor esperan su turno para la cena, y si uno de ellos olía a rebaño de ovejas soñolientas, ¡eran presa de grandes faldas  rebosantes de agua fresca que en el lago se cargaban! - de ahí que nació la señora lluvia que desintoxica y aviva los prados, que con su gran rebozo de algodón exprime las nubes desde lo alto porque ha de estar algún niño apestoso, llorón o insolente como el joven sol-.

Por eso, no debes enojarte con la señora lluvia, que lo ve todo y quizá del otro lado del bosque esté lavando un alma sucia que por altanero no la quiso acariciar, así que no temas si oyes truenos y ráfagas, es la señora lluvia que lava a mano su trabajo de verano.

FIN

viernes, 19 de octubre de 2012

EL CANDADITO ORGULLOSO


En mundos así, como el nuestro, donde el hombre roba al hombre, se inventaron unos aditamentos especiales para asegurar las cosas, llamados candados.
Los hay ya de muchos tipos, si el hombre evoluciona, éstos deben evolucionar también, y es que, mientras más formas se inventan para abrirlos, mas candados deben inventarse para así que se cumple un ciclo infinito como el de a lluvia.

Bien pues éste es la historia de un candadito orgulloso que junto con unas  grandes y gruesas cadenas protegían los autos de un edificio justo en la avenida mas grande de la ciudad, si ésa misma que ustedes estas pensando, -si es que son vecinos míos, claro está- y si no lo son, imagínense una avenida llena de autos y gente, que pasan las 24 horas del día y que los ruidos acallados de la media noche no existen.



Bien pues este candadito todas las mañanas era apreciado por su dueño:

“Gracias candadito por cuidarme el auto” Decía el hombre que todas las mañanas muy alegre se iba a trabajar y por las noches, nuevamente el candadito era unido con las cadenas para resguardar el transporte preciado.

“Cadena corriente, ya te estás oxidando” Le dijo un día el candadito orgulloso a su compañera de trabajo mientras aguardaban a su dueño para que los uniera nuevamente.

“Candadito orgulloso, no importa qué color tenga si seguimos cuidando igual de bien” Respondió la cadena ofendida.

Pero el candadito presumido seguía criticando a la cadena oxidada, al árbol que se contoneaba en otoño y que dejaba caer sus hojas al automóvil de su dueño…tanto se quejaba que nadie quiso ser más su amigo.

“Ahí esta el candadito orgulloso, ¡qué bueno que es de noche y tiene la bocasa cerrada uniendo a las cadenas! Así no hablará de lo útil que es en este mundo, es chocante…”

Decían mis amigas las hormigas que se tambaleaban al cruzar las cadenas al transportar su comida.

Hasta que un día, el dinero desapareció, todo, en todos lados era regalado, el ingeniero que armaba autos no cobró ni un centavo mas porque el botánico accedió a publicar su fórmula para hacer mas grandes los tomates en agradecimiento de que el médico no le pidió  ni un céntimo en la operación de los ojos de su niño, quien lo hizo gratis porque estaba demasiado feliz disfrutando del yate que un magnate regaló a la comunidad de la pura alegría de que las tiendas de ropa regalaban todas sus mas finas mercancías ya que la industria textil se puso de fiesta debido a que el casino que tantos borrachos sacaba
se había convertido en un gigante bufete de comida gratis ya que el dueño del casino festejaba que podía volar a todas partes gratis por el resto de su vida ya que los dueños de las aerolíneas también festejaban el regalo de las automotrices por regalaban sus autos…..

¡Ay que cansado fue explicar este ciclo, catarinas y escarabajos,  que es tan simple como el de la lluvia, ¿ahora lo ven?

Así pues, ya no hubo necesidad de usar al candadito orgulloso, ¡nadie tenia necesidad de robar! La cadena oxidada por fin descansó y se dio el tiempo de conocer mas a fondo al árbol bailarín que se volvieron buenos amigos, pero el candadito orgulloso, se quedo así, con la “boca abierta” del coraje, tirado en una esquina esperando vuelvan los viejos tiempos donde el orgullo, el dinero y el poder, lo usen de refuerzo para salvar el sentido capitalista que en otros mundos, los ciegos seguimos persiguiendo.



FIN

sábado, 13 de octubre de 2012

YO NO SE ANDAR EN BICICLETA

Unos bichitos suertudos, se pasean por la ciudad encima de unas flamantes bicicletas, ¿Cómo es que yo, siendo una catarina audaz, no se andar sobre esas dos ruedas?

Pero eso si colegas insectos, sé andar perfectamente en patines, aunque se necesiten 3 pares para mis 6 patitas. Y mucho tiempo no me importó ser una ciclista ignorante, pero ahora que la ciudad esta llena de autos, gritos y contaminación, harto me gustaría andar como ellos, con sus cascos bien puestos escuchando música y sintiendo al amado viento en las mejillas.

Y cada vez que miro hacia la calle, veo a todo tipo de insectos manejando sobre ellas, desde los ciempiés que se las arreglan para pedalear sin enredar sus patas, hasta los mosquitos que son ligeros y van tan rápido como cuando los persigue un matamoscas.

Resultó ser, que un día estaba enfrascada viéndolos con esa envidia "de la buena" que uno suele definir - para no ser lo suficientemente mentiroso ni suficientemente cínico- y noté con asombro cómo una mariposa con un casco dorado pasaba a toda velocidad sobre su bicicleta, tan rápido paladeaba que sus alas comenzaron a agitarse con el viento levantándola por los aires.

"Ea mariposa, ¿necesita ud ayuda?, ¿le envío algún compañero abejorro para que la ayude a bajar con su vehiculo?" Le grité haciendo mi mano en forma de cono para que el sonido llegara más lejos.

Pero la mariposa río.

"No es necesario catarina amiga, la bicicleta es sólo para agarrar un poco el vuelo, para que cargue mis flores en la canastilla y me ayude a hacerme visible para las avispas que van a toda velocidad" 

Oh, pero que mariposa tan práctica, en ese momento, dejé de tenerle tanta envidia a los ciclistas, yo misma podría usar la bicicleta a mi modo, aunque sea de florero o de tendedero, claro está, anotando en mi lista de "cosas por hacer antes de morir" en el número 8 el siguiente pendiente:

"Aprender a andar en bicicleta"

FIN

lunes, 30 de julio de 2012

LOS VIOLINES DE LA NOCHE




En medio de la noche, un zapatazo sonó del otro extremo de la casa.
"¿era acaso que alguien se estaba peleando con el insomnio?"
Me pregunté mientras me acercaba a la habitación problemática.

"¡Ea! Mosco inmundo, lárgate de aquí con ese zumbido infernal"
Gritaba mi padre desconsolado.

Toqué mesuradamente, uno nunca debe abrir las puertas de manera sorpresiva si el que está detrás de la puerta no ha podido pegar un ojo en toda la noche, ya que puede ser acreedor a un ojo morado.

"¿Papi..? ¿te encuentras bien? ¿puedo ayudarte?
Le dije cautelosamente

"Pasa catarina, pasa, tu podrás ayudarme" dijo con piedad.

Resultó que un mosquito muy amigo mío no lo dejaba dormir con el zumbido y al preguntarle al insecto, él se quejaba de lo mismo:

"Él también hace ruidos con su cuerpo! ¡En especial con su boca!"

Los dos reímos pues es verdad,
"¿Qué humano hace menos ruido que un insecto? ¡Ninguno! Ni siquiera los humanos pequeñitos, ésos que aun babean" Comenté
"Y que ¡vaya! lo ruidosos y apestosos que son!" Me respondía el mosquito mientras volábamos hacia el jardín para no despertar a más humanos.

"¡Ah! catarina, pero lo que no sabes de los bebés, es que nosotros, junto con los grillos y cigarras les tocamos canciones de cuna y son los únicos humanos que se duermen con nuestra sonatas nocturnas." Afirmó mi compañero de vuelo y continuó diciendo:

"Verás catarina amiga, es que si te fijas bien nuestro zumbido son los violines de la noche que arrullan al inocente y a quien no le parezca es que ha perdido ese toque dulce de la vida, y es cuando nos atacan con zapatos y sombreros."

Quedé entristecida, "¡pobre papá!" Dije.

"Catarina, no debes preocuparte por tu padre, a ellos se les inventó una cosa llamada televisión que siempre los arrulla al anochecer, y para todo humano mediano o grande, las cajas parlantes son como los violines de la noche."

FIN

martes, 24 de julio de 2012

COMO PERDER A UNA AMIGA MARIPOSA SIN MORIR EN EL INTENTO

IMAGEN CREADA POR: JOSE RAUL SANCHEZ CEBALLOS (ilustrador)




Dicen que en algunos lugares, las mariposas parten de donde se les vio mutarse y no vuelven jamás y quien sabe si sea cierto pero una cosa real me ha sucedido, mi mejor amiga mariposa, con la que conviví tantos y tantos años ha partido.

No fue una partida normal, de ésas que despides a la gran compañera hondeando un pañuelo jurando un "hasta luego" en vez de un "hasta nunca", no señor fue un vuelo secreto de ella y sus nuevas amigas donde la despedida fue mas bien el chisme del viento quien las llevó al otro extremo del lago.

Una catarina siempre lo sabe todo, porque es la mejor aliada del viento y  eso nadie debe olvidarlo. Quizá mi amiga mariposa lo sabía y por eso prefirió decírmelo por medio del cómplice mas íntimo.

Sin embargo, insatisfecha pregunté al escarabajo amigo mutuo que teníamos:

"¡Ah si!,  nuestra amiga partió,  pero ¡vuelve cada verano a saludarme!, ¿a ti no?" 
Me decía con inocencia el escarabajo.

Yo, siendo una catarina discreta -o al menos así debo presumirlo- quedé muda asintiendo que en cualquier momento ella atravesará la ventana moteada que enmarca mi salita de visitas para si poder platicar largas tardes como solíamos hacerlo.

Pero nada pasa y seguí buscándola, ahora con la luciérnaga amiga mutua:
"Nada catarina, que ella esta bien, solo que ya no te aguantaba mas. Tu vida llena de puntos  a ella la aturdió, pero no te guarda rencor y es feliz volando en otras ventanas de salitas de visitas".

Lloré como nunca, un duelo de una amiga mariposa siempre es muy duro, ahora lo sé y lo cierto es que como ella, parten miles de amigas mariposas de las cunas donde fueron amigas incondicionales de catarinas, luciérnagas, escarabajos o cualquier otro bicho. 

Y ahora, como buen insecto que vive el duelo de su amiga, dejamos que el viento nos susurre lo feliz que andan y mas allá de sufrir sus ausencias, nos alegramos de que siguen adelante aunque nuestras alas ya no las acompañen.

FIN
A mi amiga mariposa que gracias a su desencuentro las letras volvieron a cobijarme en el letargo de su partida.

viernes, 29 de junio de 2012

PESADILLA NUMERO 832



Todas las noches solía bañarse Sara, ya que en las mañanas le calaba la soledad más que en los crepúsculos.
"Hay personas de noche, y personas de día" Solía decir.
"y definitivamente soy persona de mañanay aunque odie bañarme por las noches, las mañanas son sólo mías, no del agua" - pensaba al estilo "gatuno" como ella lo definía.

Y lo cierto era que cuando acumulaba toda su voluntad para ejecutar el baño nocturno, las pesadillas se disipaban como los olores diurnos se van por la coladera.

Pero una noche cansada, de ésas que toda rutina voluntariosa se pospone con la perfecta y bien cabida razón del agotamiento, Sara se fue dormir sin su baño.

Las pesadillas no dieron tregua y dentro de ellas, Sara se adentró en su regadera transformada en tina blanca y limpia como esta hoja de papel, o como la más pulcra bañera de cualquier hotel de lujo, pero con gruesas grietas en las orillas que parecían ser cada vez mas grandes y peligrosas mientras Sara se iba acercando

Al llegar al la esquina mas lejana, con horror encontró un pequeñito pie humano enterrado en una grieta, como si un niño se hubiese ahogado, o peor aún, como si la propia tina se lo hubiera tragando dejando sus restos al descubierto para mantener la amenaza al soñante.

Sara pensó en su sobrina, y aterrada hecho a llorar preguntándose si acaso ella había sido la responsable al descuidar a la niña y salió horrorizada de aquel cuarto dispuesta a asumir responsabilidad.

Le confesó lo que vio y lo que asumió a su hermano mayor, quien la consoló diciéndole que todos los integrantes de la familia estaban a salvo, pero que aquella visión seguramente era algún aviso. Sara no se sintió consolada y siguió llorando el horror de aquella imagen, cuando de repente un frío le atravesó los pies.

Ella despertó con las cobijas revueltas y empapada de lágrimas, aquel precio por no haberse bañado, había sido alto, tanto que jamás permitió que alguien entrara mas en su baño, dejándolo a merced de la realidad por culpa de las pesadillas.

Sara mandó hacer otro baño más cerca de su habitación y con el tiempo el cuarto abandonado acumuló las grietas soñadas, y mas adelante, la amenaza de riesgo se hizo realidad con los años, hasta que Sara murió y heredó la casa completa, y los nietos abrieron aquella habitación llena de polvo y de arañas, se perdieron en pesadilla en las grietas presumidas, y cada noche, cuentan que por ahí pueden visitar a su abuela Sara, que siempre les aconseja que el baño es el curandero de la soledad.

FIN

miércoles, 20 de junio de 2012

DOC2.DOC .- CUENTO PARA RESIGNARSE DEL ESTREÑIMIENTO DE LETRAS


¿Qué se hace con un manojo de hojas blancas? Y me lo pregunto porque cuando a uno lo ataca el "estreñimiento de letras" - como dice aquella mujer que mora en mi cabeza cuando está con algunas copitas de más, tratando de echarle gasolina a la herida" ¿así se dice? para ver si así uno escupe algo mas que revoloteadas ideas de cantina.

Pero eso sí, cuando uno trae a la musa de palabras, ni el nombre del bendito archivo del fabuloso programa de computadora irónicamente bautizado como "Word" importa ¡qué va! ése sale hasta después, cuando uno descubre a qué sabe el cuento, y se da el lujote de dejar el título e incluso el final como cuando se elijen a personajes secundarios para alguna novelilla que se leerá en el metro.

Pero cuando uno anda estreñido de letras, ¡hasta se parte el coco pensando en el nombre del archivo que se ha de guardar en la maravillosa PC.
Cuento de una fantasía.- la titulamos para inspirarnos, pero ¡nada! la hoja se queda insólitamente muda para uno que solía tener diarrea de letras.

Entonces inventamos un título más apabullante; La muerte sedienta, pero ¡nada! y así hay como 20 archivos brillando por su blancura, pero eso si, con títulos interesantísimos, tal como aquellas medicinas que juran "destapar" al intestino pero que se niega a conseguir la ansiada evacuación y lo peor de todo, es que desde el principio uno bien sabe que el único remedio fosforescente que hará el milagrito son unos mentados supositorios que, ¡habrá que contar cómo se siente introducirlos! pues uno siempre se pregunta ¿Por qué hay que meter algo donde en teoría llevamos días esperando que precisamente algo salga? Quizá una paradoja primaria de nuestra existencia, o por lo menos de la existencia de los estreñidos, víctimas de aquel colapso intestinal que pocos entienden.

Y entonces ya después de tanto pujido, de tanto reproche y de tanto chillar por los rincones, uno se arma de valor para volver a teclear una que otra historia, pero ya mas resuelto a sentir que no podrá parir ni siquiera una sola frase coherente y entonces al archivo no mas se le pone Doc2.doc, porque el Doc1.doc ya está ocupado para guardar toda las barrabasadas que a uno se le ocurren cuando se está enojado con el pobrecito prójimo que ni culpa tiene de aquel estreñimiento de letras.

Y cuando uno va a la tienda, o a socorrer algún tierno pajarillo, o lo que sea necesario para distraer a la sequía de letras, regresa y ve un bien ponderado nombre de archivo llamado DOC2.DOC, en espera de su nuevo nombre y se ve así, en mayúsculas cuando uno anda ardido por no parir letras! entonces se da a la tarea de burlarse de aquella incontinencia animal sacando ¡por fin! un pequeño pedacito de texto, así chiquito, sin ton ni son, pero ¡que rico sabe después de una hambruna tremenda de letras y palabras!



miércoles, 2 de mayo de 2012

LA MUERTE SEDIENTA


Quizá no de la manera convencional, esperaba la cercanía de aquella mujer a la que muchos temen, en su mayor parte por la incertidumbre que provoca lo que hay detrás de su velo, y otra parte porque su presencia es la irrefutable despedida de esta vida como uno la percibe, aunque ésta fuese buena o mala, siempre es molesto despedirse de ella.

Y en mis horas de ocio me gustaba buscarla detrás de los árboles, o debajo de las camas, como en aquellas pesadillas infantiles, para sacar no más que un buen susto si alguna lechuza se le ocurría salir de su escondite o en el caso de las faldas de las camas, si algún calcetín extremadamente sucio se hacía pasar por animal muerto.

Pero dentro de mi presumiblemente vasta imaginación, jamás hubiera acertado a mi muerte detrás de la fila de los autos, en hora pico cuando el tráfico forma parte del único segundo suspendido por los dioses de la burla.

Y ahí estaba la muerte, con una facha muy poco original he de decirlo, con una calva a la que le brotaban largos mechones de manera aislada y que le cubrían la mitad de la cara aparentemente arrugada y la otra mitad la presumía tersa y radiante. Sus ojos eran grandes y negros, no parecían que me observaran pero yo aseguro que lo hacían pues desde el momento que lo sentí, comencé a transpirar los frijoles que llevaba comiendo toda la semana, y después comencé a sentir una tremenda sed, que me hizo pensar que era la trampa de aquella mortal conductora para hacerme orillar hacia alguna tienda, y entonces llevarme en sus brazos.

Fui fuerte y continué mi lento camino, cada dos minutos podíamos avanzar apenas unos 3 metros, por lo que la esperanza de llegar pronto al seguro destino se difuminaba con las melodiosas cornetas de los demás automovilistas que, por alguna razón piensan que si crean aquel sonoro espectáculo, una fuerza mágica nos moverá más aprisa.

La muerte seguía detrás de mi fila, a sólo dos autos de diferencia, implacable, sin mostrar señas del calor, o del tráfico, sólo mirando al frente, como cuando se mira al horizonte dentro de un velero en altamar.

"!...que la muerte esta detrás de mi!..." le explicaba al automovilista de al lado, al que no quería convidarme de su refrescante botella de agua, obviamente, me miró con desprecio, y subió el volumen de su radio - claro está porque a pleno sol, subir el vidrio no es lo práctico - y entonces ¿de que otra manera evitas a los acompañantes de tráfico cuando te piden agua a mitad de la carretera?

"Ea! Si la muerte me lleva hoy por haberme orillado a conseguir agua, te juro que la acompañaré cuando venga por ti"! Le grite agitando la mano.

Miré de reojo por el retrovisor, y ahí seguía aquella mujer, esperando que de algún modo los autos se acomodaran de manera que quedáramos a la par, pero eso no sucedía pues yo era más hábil al volante, y procuré distraerme por los huecos de las salpicaderas de los autos antes de seguir pensando en la tremenda sed. Pero poco avanzabábamos y comenzaba a torturarme aquel precavido automovilista que cargaba su botella de agua y que no quería convidarme, podía ver como se escapaban pequeñas gotas de sus labios mientras se empinaba la botella que sudaba de frescura en medio de aquel paisaje metálico y yo, con la muerte por detrás y la sed por delante y fue entonces que permití que el placer me sucumbiera antes que la muerte.

Orillé mi auto, para adquirir en una tienda muchas bebidas de diferentes sabores y aromas, las bebí hasta saciarme, y cuando terminé la última botella, la muerte me esperaba recargada en la puerta de mi auto.

"¿Ya vez? No era tan difícil, sólo tenias que beber un poco para pasar al inframundo, así no te quemarás en la leña de lo eterno y subirás al cielo durante 100 años cada vez que alguien le ceda agua a un desconocido" Dijo la mujer de manera maternal.

Entonces recordé al pérfido que no me convidó y a la muerte le pregunte:

¿...puedo acompañarte cuando vayas por los envidiosos que no convidan agua...?

Y fue entonces que me verás muy cerquita de ti en el tráfico, en los estadios, en las calles y en los balnearios, acompañando a la muerte para recoger a los que no convidan agua y agradeciendo a los que si lo hacen para que me regalen 100 años de paraíso.

FIN

martes, 17 de abril de 2012

LA DUEÑA DE LOS DADOS




.............Cuento para tener pesadillas.............

En el reino perdido de Faldum, vivía Bareet, la catarina desvelada.

Cada crepúsculo, se posaba en las cabeceras para echar los dados, si salían nones, regalaba fantasía, si eran pares, pesadillas otorgaba.

Existió un hombre al que no gustaba dejar a suerte el destino de sus horas opacas y echó su mente a trabajar.

Esperó a Bareet con su gorro de dormir y sus pantuflas bien cuidadas.

“Buena luna hombre del reino de Faldum, es hora de dormir y echar los dados” Dijo la presagiadora de sueños.

“Buena luna Bareet, ¿Qué te parece si esta vez narramos cuentos de hadas en vez de hacerle caso a los dados?”dijo astutamente el humano.

“Lo siento buen hombre, es preciso acudir a la los dados” Negó la catarina.

“Érase una vez…” comenzó
“Hombre necio, escúchame o tendrás pesadillas” sentenció Bareet.

“Hace muuuuchos años, cuando las mariposas bailaban…..”insistió el cortesano.

Entonces Bareet se esfumó y el hombre tuvo noche sin estrellas.

A la siguiente oscuridad, el hombre preparó otro argumento.

“Buena luna hombre del reino de Faldum, es hora de dormir y echar los dados” Dijo Bareet toscamente.

“Buena luna Bareet, esta noche, te pido humildemente que me dejes escuhar del arrullo de las estrellas, ya que mi estómago está mas revuelto que la oleada en luna hastiada, deja que pase al ensueño sin la presencia de los dados”
“Tu semblante miente, y lo único que has ganado será una velada escoltando la taza del baño” Dijo Bareet desapareciendo.

Quizá el castigo mas cruel, no fue que sus párpados no descansaran, sino la desolación de pasar una diarrea inconsolable sin el amable auxilio de un rollo de papel higiénico.

En la tercera tirada el hombre se embriagó, no de sueños, no de locura, sino de vulgar licor, y así, fingió la ausencia de Bareet cuando ésta estaba por aventarle los dados.

“Hombre temeroso, dentro de tu aturdimiento, tendrás alucinaciones con lo que mas odias” Sentenció Bareet antes de marcharse.

“¿Qué es esto que esta bajo mi almohada?
¿Y que esta entre mi calcetín y mis dedos?
¿Que es eso que se oye? ¿Dados cayéndose? NOOOO!!!!”
El hombre echó a llorar minutos que fueron multiplicados por todas las tiradas de los dados, alcanzándole la madrugada, después la mañana y el atardecer…hasta que Bareet apareció se manifestó de nuevo.

“Buena luna hombre del reino de Faldum, ¿Por qué lloras?

“Buena luna Bareet, gracias por preguntar, mis lagrimas mojan esta oscuridad, porque no he podido descansar, he olvidado lo que es un buen sueño, lo que es el sosiego, lo que es el rellano nocturno…Perdoname...perdoname mucho, perdoname luna, perdóname ojos míos...” dijo el hombre desconsolado

“Tus lagrimas de humildad, te han otorgado una noche de silencio, de tregua con los dados, se guardarán en agradecimiento por el asesinato de tu soberbia, descansa en paz buen hombre.”
Culminó la catarina desvelada.

…..

“¿Hombre? ¿Te has dormido ya?.......

…¡Tu!, Que miras desde el otro lado de estas letras, dime, ¿A que hora nos veremos en tu cabecera?”

FIN
C@TARINA