CHismes aCerCa de cAtaRinA dE cUenTos


pELEA Eentre alaS y puNtos neGros
“¡A ver! ¡Qué sucedió aquí! Gritaba mientras me sobaba el cuello,  pues una  libélula me había atacado por la espalda enterrando tremendo aguijón dejándome completamente dolorida y defraudada.
“Nada, yo solo me defendía” Dijo mi antagonista aguantándose la risa.
“¡Mentira vil! Ni siquiera te sentí dentro de mi ropa ¿Qué amenaza podría significar, si ni siquiera estaba consiente de tu existencia?” Le dije al borde del llanto.
“Precisamente por eso, tenías que saber que moraba ahí, dentro de tu blusa, para que no me aplastaras.”Argumentó  con musites la libélula.
“¿Y no bastaba un simple revoloteo en mis narices para que yo misma te permitiera la entrada?” Respondí ofendida.
“¡A callar las dos!” Gritó el gato azul que elegimos de juez para resolver tremendo problema. Ambas enmudecimos, el gato azul nos daba cierto miedo y quizá por eso lo preferimos que al gorrión que siempre saluda amablemente a medio mundo.
“Tregua! tregua se llama a lo que teníamos! Yo no mataría a ningún ser volador ni rastrero ni bípedo, ni ponzoñoso, ¡ni de ningún tipo! ¡si no se me dañase! Y ahora, esta libélula…me ataca por la espalda…has de morir y lo sabes” Le dije mirándola directamente a los ojos.
La libélula dio un brinco tras premeditada declaración de guerra que no esperaba, por lo menos no de  manera tan directa y cínica, y sin contener el odio por segunda vez emprendió su ataque a mi piel.
¡Miauuuuuuuuuuuuuu! Deténganse!” grito el gato aventándonos uno de sus zapatos que tiene de colección. “Tu libélula, déjate ya de  hipocresías y acepta con valentía tu ataque, y tu Catarina, aprende a perdonar que sus razones tenía para defenderse aunque nunca las entiendas” Gritó el gato azul.
Todos enmudecimos, ni el mismo gato supo de donde rayos salió tan agudo consejo…
…¿Es que acaso, uno necesita de un fuerte aguijonazo para hacer hablar al gato azul que mora en mi pecho?
FIN