lunes, 9 de mayo de 2011

EL MIEDO TIENE PANZA NEGRA Y ANTENAS ROJAS



Hay un lugar de mi casa, donde no es solo "mío", sino el hogar de muchos otros 

compañeros, entre arañas, palomillas, y uno que otro bichito de agua, hemos 

aprendido a convivir sin "aplastarnos" unos a los otros.


 El mosquito de agua dulce por ejemplo, cuando entra lo hace con sigilo para no despertar mis "reflexiones de tina".

Cuando la araña saltarina quiere sacar a sus hijitos, me da dos brincos seguidos para avisarme y evitar el susto de ver tantas patas saltando  alrededor.

Cuando me ducho, le aviso a la araña patona para que me espere afuera de la regadera y las gruesas gotas no le estropeen sus pestañas.

Cuando deseo abrir la ventana, le susurro a la palomilla gitana para que sus alas no se desborden con el viento.

Pero hace un par de semanas, no se cómo sucedió que una hormiga roja, de ésas que tienen una enorme panza negra, apareció muy cerca de la alcantarilla.

"!Ea! ¡Buena luna señora hormiga! ¿Se ha perdido?"; Le dije en tono cortés

Pero ¿saben? las hormigas suelen ser nerviosas, sobre todo las rojas, quizá porque el humano siempre se toma la molestia de pisarlas sin siquiera preguntarles su verdadero destino, y quizá por eso optó por desconfiar de una simple catarina.

Por la mañana, la araña trató de hacer migas, pero tampoco la escuchó.
¡Hasta la palomilla le ofreció un vuelo directo al jardín por la tarde!
Tomando su merienda sin recibir las gracias siquiera.

"Ayúdala, y sin preguntarle,  sácala directo al jardín" - Dijo mi esposo escarabajo.

"Si estuviese tranquila quizá, pero desconfío de su propio terror y no quisiera su mandíbula en una de mis alas" - Le respondí

Fue entonces, que acordamos considerarla como nueva habitante del cuarto de baño, la respetamos como nos respetamos aunque ella no quiera decirnos su verdadera frustración, esperando se adapte o bien se anime a hablarnos para realmente ayudarla.

Y ahora que visito el cuarto de baño, la veo todavía explorando cada rincón de forma desesperada, quizá buscando una salida, quizá esperando a una compañera perdida, quizá soñando un milagro, lo que sea, por mas que trato de hablarle cuando la veo caminar debajo del lavabo, sobre el tapete o entre la cornisa, ella sigue su camino desesperado sin rumbo aparente.

De cualquier forma, gracias a la hormiga roja me queda claro una cosa: el miedo, puede paralizarnos tanto, que la ayuda, jamás llegará porque simplemente no sabremos reconocerla cuando se presente.

1 comentario:

  1. hay veces que tomamos esa actitud como autodefensa, creemos que así no saldremos lastimados sin darnos la oportunidad de experimentar algo o conocer nuevas personas....el tiempo nos enseña que más vale algunas veces salir lastimado que perderse de la oportunidad de conocer cosas y personas maravillosas que siempre quedaran en nuestras vidas :D muy lindo tu cuento amiguita!

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