sábado, 12 de febrero de 2011

DIOSES DE LA INDUSTRIA TEXTIL

NOTA: Con todo respeto a la comunidad a la que a continuación menciono, aún esperando que NO TODOS SUS INTEGRANTES  sean igual de crueles y mezquinos -como el hombre que me tocó para entrevistarme- Sé bien que “hay de todo en la viña del señor” pero, por mera coincidencia las peores experiencias de mis compañeros también han sido en manos de esta respetada comunidad, no es una crítica directa a sus creencias religiosas, es un llamado a la reflexión de aquellos que comparten dichas creencias y tratan deplorable al obrero.
Ojalá y alguno de ellos sea diferente y trate mejor a mis hermanos.

¿Bajo qué condiciones debe de trabajar una persona? ¿Es que acaso una comunidad religiosa tiene derecho a decidir cómo someter al resto de los empleados debido a su concentrado poder adquisitivo? ¿Será que  se sienten tan superiores que al resto de los humanos nos ven como animales?
En un principio, no me asustó tanto ver las escaleras “de servicio”  donde  llevan a las deplorables “oficinas” y digo “oficinas” para no faltar tanto al respeto a las pobres personas que trabajan ahí, y es que, cualquiera que vaya en una noche o un día de asueto, puede apostar que apenas y está en construcción, y que falta un par de meses para acondicionarlo para que HUMANOS trabajen ahí.
Apenas y unas viejas telas rosadas sirven de “cortinas” en cada diminuta oficina que poseía una computadora de los años ochentas, la misma maquinaria textil  se manejaba ahí a unos cuantos “cuartos” donde el calor hacía que las personas se sintieran aun mas sofocadas. Paredes sin terminar ni pintar son usadas como “separadores” de lugares, dejando solo la piedra desnuda tal como ellos deben trabajar en su espíritu para ser considerados parte de la “industria textil”.
Aun sin reponerme de aquel golpe bajo hacia nosotros los “mortales” me llevaron a la oficina del dueño. El, con su cara premeditada de “siempre estoy ocupado” me pasó a su oficina sin  verme a los ojos…”a ver tu, ven a mi oficina” balbuceó.
”Parece enojado…” pensé mientras temblaba detrás de él.
Lo más chistoso, es que su oficina tampoco era la mas lujosa, ¡que va! Mi propio lugar de mi antiguo trabajo valía el doble que todos sus  muebles viejos.
Me llamo la atención  un obsoleto casette de VHS estaba postrado entre sus portalápices empolvados, evidenciando que nadie puede “tocar” sus pertenencias, ni siquiera el personal de limpieza (si es que cuentan con uno, afortunadamente no tuve la necesidad de pasar a los baños y constatar esta suposición)
 El escritorio, que en sus años mozos habría sido un enorme objeto de valor para ellos, ahora trataba de sostenerse bajo  los papeles viejos y los cachivaches que acompañan a este hombre día tras día. Quizá por eso, MISERABLE es la palabra que más lo define…tal como él mismo utiliza sus días laborales dentro de ese cuchitril.
“¿Entonces para qué acumulan dinero? ¿Qué es lo que a esos “dioses del la industria textil” los hace feliz?”
Eso si, no podía faltar su cola cococota a medio servir. Un enorme cenicero con un puro encendido apestando el ambiente, sin demeritar su propia mirada mezquina  que hacía que mi alma se sintiera invadida, oprimida, tal y como ellos lo estuvieron en cierta guerra mundial…
”ahora los entiendo mas…así los miraban a ellos, quizá ahora estén vengándose del resto de la raza humana..” pensé tratando de no juzgar..pero cuando comenzó  desde lo alto de sus hombros y nariz con su  mirada vacía a  urgarme el espíritu me pregunte: “¿no deberían de ser  precisamente personas más humanitarias por todo lo que les paso? Ts! Que es lo que nos hemos hecho los unos a los otros…? ”Pensé con terror, quería escapar de ese lugar.. las ganas de vomitar me invadieron, ya no me interesaba en lo absoluto laborar en este cubil.
Quería decirle, que no lo juzgaba por su evidente religión, sino por su actual actitud hacia mí y hacia el resto de sus empleados. Pero fue inevitable que  por mi memoria pasaran todas las  experiencias que me habían contado sobre ellos, los “dioses de la industria textil” y el terror me invadió queriendo huir sin siquiera despedirme, como se le huye a un animal rabioso a punto de mordernos, ”tratas como animal, como animal serás tratado…” pensé para soportar el miedo.
 Y lo peor; que así como yo los he generalizado a partir de la horrible experiencia de estar frente a uno de ellos, (no vuelvo a intentar trabajar bajo su “régimen”) estoy haciendo lo mismo, viéndolos diferentes, como seres mezquinos a los que hay que temerles y evitarlos a toda costa, etiquetando como ellos lo hacen: como obreros sin cabeza.
¿Qué pasaría si todos tuviéramos el mismo poder adquisitivo? ¿Acaso ellos seguirían siendo déspotas y codos? ¿O nos convertiríamos como ellos? De ser así, si todos fuéramos “iguales” a los ojos  de este sistema capitalista, ¿a quienes someteríamos entonces?
….quizá desaparecería la soberbia de este mundo…
p.d. Cómo me gustaría saber siempre, de donde vienen las telas y la ropa que adquiero, para sabotear su reinado, no a toda la industria textil parida de dicha comunidad, solamente LA QUE YO MISMA VISITE Y DE DONDE FUI TRATADA COMO ANIMAL. SOLO A ESA, NO PIDO MAS!
  A ver si pobres y hambrientos se convierten en uno de nosotros y  se acuerdan que todos somos PERSONAS.
¡HE DICHO!


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