miércoles, 12 de octubre de 2011

CUCARACHAS BIEN VESTIDAS


Nota de la autora:

A mis amigas cucarachas, quienes no tienen la culpa de esta aberrante comparación, sin embargo, tomo la libertad de “usar” su nombre y definición para hacer distinción de una “dama” que se considera “artista” o “pintora” o como se le llame en el mundo de la “alta sociedad”, y me tomo dicha libertad porque irónicamente a mis amigas las cucarachas les importa un “´rábano” si las comparo con seres deplorables, de cualquier forma, ellas tienen su propio estilo de vida, y aunque al humano no les agrade, ellas viven de manera pacífica, y sobre todo, con la completa humildad de reconocer que, definitivamente les gusta vivir en la “suciedad humana” y si al resto del mundo no le parece, pues sería problema del resto del mundo, no de ellas, bien, pues en base a esta “disculpa” hacia mis amigas cucarachas..

¡comencémos!


A travéz de los mares y bosques, de las colinas y ríos, hay una diminuta ciudad de insectos, casi inadvertida a los ojos de los humanos.

Ahí, las abejas usan su miel para hacer esculturas hermosas para homenajear las criaturas vivientes,  donde las catarinas hacemos una danza con el viento para sublimar la paz de las cordilleras y las mariposas trazan los más bellos colores en sus alas para celebrar a la madre naturaleza…

Podría decir la lista exacta de las actividades que en su libertad cada insecto ejecuta   para homenajear todas las percepciones y sentimientos, pero este cuento se tornaría mas bien una tesis de “artes insectibles” mas que narración.

Bien pues, entre todos ellos, había una pequeña familia de cucarachas que, si bien estaban contagiadas por toda esa sensibilidad expresiva, su pobreza espiritual las fue orillando al exilio, ya que por más que pintaran primorosamente las paredes o ejecutaran  rítmicas palabras, la suciedad de sus corazones provocaba que se sintieran las únicas y mejores  artistas.

 “Quien eres tú catarina ignorante que no desea comprar mis excelsas pinturas?”

Gritaban por la calle cuando a una le parecía demasiado costoso su trabajo.

“¿Que no sabes quien soy yo? La gran cucaracha-bien-vestida que sabe de arte y esto que vendo es lo mejor del mundo, no nada mas de los insectos, ¡sino del universo entero!”

Decían cuando recibían una negativa por respuesta

Y en las tertulias, creadas para intercambiar técnicas e inventos para expresar más nítido nuestros corazones, cuando llegaban las cucarachas-bien-vestidas con sus perlas en el cuello y sus antenas desgastadas de tanto que lustraban, todos nos dispersábamos:

“Ya llegaron las que se creen que las hadas las tocaron”

Decía una mariposa que siempre vomitaba  cuando  percibía el fétido perfume “fino” de las cucarachas-bien-vestidas.

“Debo retirarme bichos míos, es que  dejé unas pinturas destapadas y la noche secará sus entrañas” Se disculpaba la luciérnaga que no pretendían deslumbrar a las cucarachas recién llegadas (porque parte de su actitud, era llegar siempre tarde a las reuniones. Cosa de la “alta suciedad”…)

Ahora recuerdo, unas botas para cien pies que debo terminar de tejer” Decía mi amiga araña patona para excusarse amablemente ante las cucarachas-bien-vestidas.

Así, cada vez que las cucarachas-bien-vestidas aparecían todos los bichos se dispersaban, tanto fue la agonía de su humildad, que sin darse cuenta poco a poco terminaron solitarias en una galería atiborrada de sus creaciones, empolvadas y enojadas, sombrías e inexpresivas…

Hasta que un día, una de ellas, la más gorda y pedante de todas, quiso saber porqué sus obras de arte ya no fueron reconocidas, y salio a la calle con su creación favorita en la mano.

“Toc toc” Tocó suavemente en la puerta colorida de la mariposa

La mariposa asomó su carita entre las cortinas, reconociendo de inmediato a la cucaracha-bien-vestida, consideró en hacerse la ausente, pero noto en los ojos de la cucaracha un aire de humildad que no pudo contener.

“Hola compañera, ¿en que puedo ayudarte?” Preguntó con verdadera curiosidad.

“….quería….quería saber….si…bueno, en realidad no es que me importe…bueno en realidad si me importa, mi corazón necesita..saber…….quería saber porqué no te ha gustado mi creación…” preguntó sumisamente la cucaracha-bien-vestida

La mariposa, saboreó el momento, mismo que ya había imaginado la infinidad de lecciones y regaños que podía  “enseñarle” a la cucaracha, pero al ver su mirada trémula, la mariposa experimentó precisamente todos esos sentimientos que tanto enaltecía con sus coloridas creaciones, uno de ellos, la compasión.

“No es que tu obra no me parezca estética cucaracha mía, es que simplemente, a mi no me provoca ninguna sensación de alegría o de amor” Respondió con toda la humildad que pudo la mariposa.

La cucaracha miró su creación, ciertamente tenia los colores mas exquisitos del mundo, las líneas mas absolutas que alguien pudiera trazar…pero en efecto, no provocaba sentimiento alguno, por lo menos, no uno que fuese amorosamente creativo.

Bajó la mirada en tono de fracaso, humillada, sintiéndose humano, ¡o que diga! cucaracha ciertamente…y dejó caer su creación.

La mariposa, que no disfrutaba de las penas ajenas, la abrazó con sus enormes alas brillantes y le dijo:

“Este sentimiento mi querida cucaracha-bien-vestida, esto que ahora sientes, plásmalo en tus creaciones y verás, cómo poco a poco, esa humildad y vergüenza  que ahora te perfuman, se convertirá en expresiones sublimes de sentimientos provocadores que harán, exquisitas tus creaciones…”



A las mujeres que han olvidado la esencia del arte, el corazón y la empatía humana, en especial para las mujeres “pintoras” que por desgracia dañan nuestra imagen fémina y artística, que su vientre no se olvide de nuestro extracto  para que recuperen “el arte de vivir” y olviden “el arte de vender-se”

1 comentario:

  1. Hacía bastante que no frecuentaba este tipo de textos. Debo decir que encierra en sus palabras un modo de mirar y valorar situaciones y personas que desgraciadamente uno suele encontrarse en cada presentación de libros o en cada muestra de arte.
    Texto de seria sencillez y profundidad aleccionadora para un mundo al que le cuesta "mirarse en sus propias miserias". Saludos
    Symbolicus Editora

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